Música de amor perdido

En un intento de sentir que las horas que inevitablemente forman mis días, tienen por lo menos un cierto grado de productividad, he retomado hace un tiempo la lectura que por cuestiones de tiempo había abandonado, junto a tantas otras cosas (y personas ya que estamos en tren de confianza ¿?) como ser el séptimo arte, la música, las siestas, la lectura matutina de los diarios online, los paseos con Fernet y los mates amargos y lavados hasta que la pava ya no ceda ni una gota.

Admito que sonaba bien la palabra productividad pero merece ser suplantada por "mis pequeños grandes placeres".

Continuando con la lectura. En ocasiones, hago alguna marca a frases que me gustan, con algún elemento escritor o sencillamente doblando la puntita inferior de la hoja. Algunas frases se han ganado una transcripción a un cuaderno que vaya uno a saber cual cajón es el que lo aloja.

Revolviendo libros, encontré uno que hace años me eligió entre todos los de la biblioteca. Recordé en segundos un fragmento que sabía que tenía que ser releído:

"Se sentía rebajada. Todo había quedado rebajado con la aparición de (...). El edificio parecía más ruinoso que nunca. La gente se había vuelto fea y vulgar. Hasta la profesión de abogado, de escribano o de procurador era un trabajo rutinario, miserable, mezquino, degradado por esa mujer que venía del inaccesible mundo de las aventuras soñadas y de los amores novelescos. Hay seres así. Hay seres que con su sola presencia nos descubren que nuestra vida ha sido un hábito triste al que, a partir de entonces, nos cuesta seguir resignándonos."

Confieso que fueron más de las que hubiese querido, las veces en las que me sentí igual que la protagonista de esta novela de Marco Denevi. Disfruté leerlo nuevamente y no sentirme identificada. De un tiempo a esta parte sólo me queda la certeza de no haber hecho de mi vida un hábito triste.

- Por supuesto, el fragmento estaba presente en una hoja, con su punta inferior doblada.